miércoles, 18 de diciembre de 2013

Ha pasado mucho tiempo.

No espero que vuelvas porque sé que no lo vas a hacer jamás, ni tampoco espero que pienses en mi, porque deje de existir para ti desde mi primera lágrima, mi primer sollozo y mi primera noche sin dormir.

Pero te escribo para contare que de nuevo llegó el otoño y ya casi el invierno, y que ya en la recta final de olvidarte tú has vuelto a mis pensamientos, aún recuerdo lo feliz que era a tú lado, lo cálido que fue el invierno, y lo frío que comienza a ser este.
Curioso es que apenas viví tiempo contigo, todo fue tan breve para lo largo que está siendo el olvido, todo es tan difícil comparado con lo fácil que todo era a tu lado.
No logro entender por qué no soy capaz de saber vivir sin ti, aún pasados los meses, las estaciones, sigo sin saber ser feliz, y las veces que casi estuve a punto de lograrlo sólo fueron ilusiones que terminaron rompiéndome el corazón un poco más de lo que ya lo estaba.
Tengo miedo de estancarme, de convertirme en uno de esos escritores que le escriben desesperados a sus inalcanzables musas hasta el final de sus días, dejando preciosos escritos para todos, pero inexistentes para sus destinatarios.
Tengo miedo de haberme dejado la cordura y las ganas de vivir en tus brazos, pero aún más miedo de no volver a abrazarte jamás.
Por siempre tuya, aunque tú no lo sepas, y nunca mía, porque ni yo me quiero.

Irónico es que la personas que más amo es la que más daño me hizo, pero supongo que eso te hace ser el especial, el diferente, el "imborrable".
En mi vida nada va bien, ni nada me motiva ni hace feliz, vivo en una vida vacía a la que me resigno a vivir porque no queda otra, porque yo no tengo problemas con la vida, sino con mi constante sufrimiento.
Ni siquiera sé a quién escribo esto, a ti o a mi infelicidad, porque posiblemente seas una escusa para escribirle a alguien todo mi dolor.
Dolor que perdura desde que ya no estás.
Algo cambió con tu ida, quizás fui yo que me perdí en alguna parte del camino, quedando sólo un cuerpo capaz de realizar sus funciones vitales y nada más.
Desearía tanto ser feliz, ser como todos.
Desearía entender qué me lo impide, que es lo que no me deja serlo, encontrarle algún sentido a esta vacía vida sin propósitos, ni sueños, ni sonrisas verdaderas.

No habría nada mejor que dejar de ser una muerta en vida, levantarme de la cama para mi es una lucha diaria entre mi "yo" y "lo correcto".
Ojalá algún día vuelva a vivir, y vuelva a sonreír con la misma intensidad con la que un día lo hice, y que cada respiración y cada latido no signifiquen solo resignación, sino  ganas de vivir, ganas de comerme el mundo.
Sólo me queda esperar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario