lunes, 17 de noviembre de 2014

Deseo...

Y deseo que nos queramos siempre, y es entonces cuando pienso que si lo deseo es porque no lo tengo.
A caso no le quiero?.

Y se parecía a...

Y se parecía a la palabra nunca, a ese tren que tantas personas pierden, a esas patatas que se queman sin saber por qué otras quedan crudas, a ese 4,9 en un examen, a ese fin de mes al que algunos no llegan, a esa carrera que no terminas porque te falta aire.
Se parecía a un hoy me quiero morir, a un tierra tragame, a un hoy no me quiero levantar y puede que nunca más tampoco.
Se parecía a mirar sin gafas, a ir ciego de alcohol, a veces llorabas otras reías, pero que dolor al día siguiente, porque siempre siempre dolía como una resaca.
Se parecía a los sueños imposibles, a un mar en un desierto.
Se parecía a la lotería que compras y que nunca toca, al globo que se te escapaba de pequeño y nunca alcanzabas de nuevo.
Se parecía a querer y no poder, a no llegar, a todo por nada, a nada con todo, a nunca siempre, a siempre nunca.
Se parecía a no olvidar, a un si no lo escribo me muero, y que bien me quería matar.
Era un llorar mares, y que pena que nunca se ahogara nadie.

sábado, 8 de noviembre de 2014

La vida es una obligación.

Hace un tiempo mi vida soló estuvo guiada por una norma que me inventé que consistía en que si iba a hacer algo que fuera porque yo quería y no porque fuera una obligación a cumplir, y que si en algún momento mis sueños se volvían obligaciones me marchara corriendo.
Y así lo hice, deje estudios, deje amigos, deje amores, deje actividades.
Puede que me arrepienta el resto de mi vida de crear normas estúpidas jode vidas.
Debí haberlo llamado inmadurez y no norma.
La vida en sí es una obligación a cumplir, si quieres ser alguien cumplelas, y sino puedes quedarte en tu casa.

Nos rompen la mente.

Por qué tantas inseguridades?, por qué a cada momento me susurra un te quiero en el oído y un no te quiere en la mente?. No conocía la fuerza de los fantasmas del pasado, no sabía que nos rompieran tan fuerte como para quebrarnos una mente entera de por vida.
He aprendido que a la hora de romper no nos rompen el corazón, lo que nos rompen es la mente y unas seguridades que jamás vuelven haciéndonos cobardes y presa fácil del miedo, metiéndonos en una constante justificación de por qué no nos podrá querer nadie jamás.